sábado, 21 de marzo de 2009

CambaraL


De este lugar
Cuentan leyendas e historias
Y juran que así ocurrieron.
Siglos atrás,
Las tropas del rey en sangrienta batalla
A un joven de muerte hirieron.


Mandaba la flota pirata un moro llamado Cambaral, famoso por la extrema crueldad que mostraba en sus asaltos y por lo ingenioso de sus ataques. Un día Cambaral fue hecho prisionero, cargado de cadenas y conducido a la fortaleza de La Atalaya, en cuyas mazmorras lo encerraron sin curarle siquiera las heridas.


Y el rey con crueldad
Así le encerró,
Su herida mortal
No obtuvo perdón,
Y en el suelo esperó
La muerte sin ver la luz del sol.


Mientras el señor de Luarca y sus aliados festejaban el triunfo y preparaban los despachos para anunciarle al rey la buena nueva, la hija del señor, una bella doncella de espíritu generoso y gran corazón, pidió permiso para curar sus heridas y se dirigió a las mazmorras.


Sin fuerzas ni voz
Vio a una bella mujer
Que con pena llegó hasta su celda.
La muerte burló,
Su corazón ahora ciego de amor
Comenzó a latir con más fuerza.


Había poca luz allí, pero, parece, no les hizo falta alguna, pues fue verse, siquiera entre las sombras, para que surgiera entre ellos el más puro amor. A pesar de las heridas, o quizás por ellas mismas, Cambaral comenzó a sentir lo que todas sus correrías le habían ocultado: que era huérfano de corazón, que sus fechorías no lo había evitado nunca y que nunca lo evitaría, que podía hallar descanso y sosiego, al fin, en este amor que se le ofrecía.


Ella hija del rey,
Él un simple ladrón.
El destino, tan cruel,
Les robó el corazón,
En aquella prisión y lejos de ver la luz del sol.


La hija del señor, que nunca había sentido las punzadas del amor noble, curó las heridas casi con veneración, pero también con una congoja que la atenazaba, pues conociendo bien a su padre, sabía cual iba a ser el destino de Cambaral y, por ende, más que probablemente, el suyo.


-Déjame morir en tus brazos y así
Un instante tal vez podré ser feliz.
Esta vez la vida se ríe de mí
Y ahora toca a su fin aunque quiera vivir.-


En aquella semioscuridad se declararon su amor mutuo y se hicieron esas promesas grandilocuentes con que los amantes noveles adornan la adversidad. Pero cuando Cambaral, se recuperó de sus heridas, volvió a emerger en él su audacia y su ingenio, que tan bien le habían servido en sus correrías por todas las costas, desde Argel hasta el Cantábrico, y planificó la fuga de ambos.


-Quiero ver
Tu rostro otra vez.
Ahora se
Que siempre estaré junto a ti
Aunque vaya a morir.-


Fue una huida alocada, sin posibilidades de éxito, pero los ojos de los amantes no veían sino el momento en el que su amor podría al fin desplegarse, herirse con sus besos, consumarse en pasión. No veían otra cosa que esa determinación cuando bajaban hacia el puerto desde la fortaleza, escondiéndose en las esquinas, corriendo atropelladamente y buscando, ya en los muelles, el barco de Cambaral.


Dicen que ella escapó
Con su joven ladrón,
Pero el rey les halló,
Y con furia y dolor, ante un beso de amor,
A los dos con su espada atravesó.


Sin embargo, el señor de la fortaleza ya había sido avisado de la fuga y, con un destacamento de tropas, esperaba a los amantes en el puerto. Allí acabaron sus sueños y pusieron a prueba todas aquellas promesas que se habían hecho; viendo imposible la huida, Cambaral abrazó a la hija del señor de Luarca; ambos se miraron como si se estuvieran diciendo algo que no se puede decir (amor que nace a oscuras, oscuro muere); ambos se besaron como si ya nunca más se pudieran besar (ya nunca los labios volverán a soñar)...


Cuentan que
En las noches de invierno se ve
Nacer una flor donde no llega el sol.
Por amor


Y así fuera que el señor de Luarca, loco de ira, incapaz de soportar aquel beso que para él era blasfemia, de un solo tajo, cortó ambas cabezas, las cuales fueron a escabullirse, en su beso final, a las frías aguas del puerto.


Sus almas unidas están
Y se pueden amar para la eternidad.
Puede ver
Su rostro otra vez,
Y saber
Que siempre estará junto a él,
Junto a él...







Canción “Cambaral” de Avalanch
Historia de Miguel I. Arrieta
Imagen de Luis Royo

domingo, 1 de marzo de 2009

"Se vaLe soñar"

Para la evaluación del pasado mes nos pidieron que realizáramos un plan de negocios, claro no sin antes saber de que se trataría el negocio, cual era el producto que tendríamos que vender.

Después de un monto de locas idea, tomamos una en la que confío se pueda convertir en un verdadero negocio. Si tuviéramos todas las herramientas que ocupamos para llevarlo acabo, creo que funcionaria.

Al principio la idea llego por que tenía que llegar, es decir la necesitábamos para nuestro proyecto, pero con el paso del tiempo aprendimos a tenerle fe y amor a nuestra idea.

La verdad es que por ahora no pienso en lo que podría ganar con el negocio, mas en la satisfacción personal, de ver algo que nació de mis manos y las de mis compañeros, tengo la ilusión de poder contribuir con algo.

Por ahora, no le hemos dado seguimiento al plan, pero la idea y las ganas de poder hacerlo ahí están. Un día le pregunte a uno de mis compañeros si lograríamos hacerlo realidad, y me contesto algo tan trillado pero que es totalmente cierto: “Se vale soñar Viry”… el día de hoy soñamos, y así será hasta que nuestra idea sea una verdad, como dijera una canción “un sueño muere hasta que se hace realidad”.

Yo hablo de un proyecto de negocio, pero las frases que he citado se aplican a todas aquellas ideas y sueños que nacen del corazón, que aprendemos a amar, por que merecen ser reales.